Los miedos

Me despojé de mis miedos

con la fuerza arrolladora

de un Ulises enfurecido.

Los arrojé al viento

de la nieves eternas

para que los ocultara

en su fría madriguera,

donde ni las águilas

pudieran rescatarlos.

Y los dejaré allí,

inertes,

sepultados,

inmóviles,

sin tiempo,

sin luz,

sin brújula,

para que no intenten

regresar jamás.

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