Pozuelo 2009

No recuerdo con certeza sus metros cuadrados

ni si alguna vez anidaron allí las mariposas,

pero a ratos puedo escuchar con claridad

un grillo indolente y fugitivo

que se apropiaba de todos sus rincones.

¿Recordarán las casas a sus moradores?

¿Se arrancará mi sombra en noches de insomnio

a recoger los sueños que dejé allí abandonados?

¿Conservará todavía la cerradura

la clave de mis huellas digitales?

¿Extrañarán los geranios nuestras

tertulias filosóficas de los domingos?

Aún persisten en mi memoria

los primeros rayos de sol

intentando entrar sin permiso

por las persianas de mi cuarto.

Y todavía puedo

sentir ese aroma

a pan tostado

que venía a quebrantar

mi pereza voluntariosa

de las mañanas de invierno.

Elena M. Ovalle

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